Ante el inmovilismo palestino, EE.UU. mueve ficha con un plan innovador

• El Plan de Paz para Israel y Palestina, presentado ayer por la Administración Trump, está alineado con los acuerdos de Oslo y con la posición tradicional de la Unión Europea: debe ser entre acordado tras negociaciones directas entre las partes pero con patrocinio internacional

• El plan propugna la solución de dos estados teniendo en cuenta las necesidades de seguridad israelíes. 

• También tiene en cuenta la tradicional postura de la ONU y la comunidad internacional: basado en la línea de armisticio, que no frontera, del 67, pero con intercambios de territorio entre las partes que tengan en cuenta realidades demográficas sobre el terreno.

En primera instancia, queremos destacar las concesiones dolorosas que realizaría Israel: el establecimiento de un estado palestino en el que muchos no creen tras el desastre de la retirada de Gaza y el establecimiento de un ente terrorista allí, la fractura de la municipalidad de Jerusalén (que va contra los acuerdos del propio parlamento israelí de 1980), y la cesión a los palestinos de territorios adicionales en la frontera con Egipto. En contraposición a esas cesiones, Israel avanza en cuestiones importantes: el control estratégico de fronteras, sobre todo el área desértica del Valle del Jordán, la desmilitarización del futuro estado palestino y, sobre todo, se evita la limpieza étnica de los 430.000 judíos que viven hoy en Judea y Samaria tal como ha pretendido históricamente la parte palestina.

Los israelíes ya han demostrado de nuevo madurez y responsabilidad histórica con el apoyo, no sólo del Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, sino también del líder de la oposición, Benny Gantz.

Contrasta esa actitud con la del liderazgo palestino que, de entrada, se ha enrocado, rechazando vehementemente la propuesta y haciendo gala de sus amenazas habituales. En todo caso, esa actitud pueril no es ninguna novedad; llevan haciéndolo desde mediados de los años sesenta del pasado siglo, momento en el que el concepto de una entidad “palestina”, con su población distinta de la jordana o la egipcia, es inventada, todo un artificio histórico, social y territorial que los países árabes usan desde entonces para deslegitimar y hostigar a Israel, a la vez que distraen de otros más acuciantes problemas a su propia población.

Tampoco está claro quién Es el representante palestino legítimo de cara a las negociaciones de un plan de paz ambicioso y necesario, toda vez que no hay un único gobierno, legítimo y democrático, que controle el territorio y pueda demostrar haber usado la ingente ayuda internacional (más de 27.000 millones de dólares desde 1993) en construir instituciones para un estado sostenible. 

Existen dos “gobiernos” igualmente anti democráticos: uno en Gaza controlado por terroristas de Hamas y la Yihad Islámica y otro, el de la Autoridad Palestina, en territorios disputados de Judea y Samaria, al que nadie ha votado desde hace 15 años y que vive de sangrar a los donantes internacionales mientras usa las subvenciones en mantener a terroristas y sus familias. Ninguno de esos dos gobiernos garantiza los derechos y libertades mínimos a sus ciudadanos, y ambos justifican su existencia en la perpetuación del conflicto, no en la búsqueda de una solución. 

Pero el plan que rechaza la gerencia cleptócrata y autoritaria supone una gran ocasión para los palestinos: les brinda una nueva oportunidad para tener su propio estado, da continuidad territorial a ese estado que incluye las áreas donde hoy viven casi el 100% de la población palestina, reduciría la posibilidad de convertirse en un estado fallido vía militarización y porosidad fronteriza, ofrece una conexión entre la margen oriental del Jordán y Gaza por la vía de construcción de un túnel, y brinda una vía de expansión territorial y económica a Gaza con concesiones territoriales israelíes en la frontera con Egipto.

La gran oportunidad que representa es te plan respecto a planes y apuestas previas por la paz es que se plantea en una realidad geoestratégica y regional nueva. El liderazgo palestino está aislado. Sus únicos apoyos reales con Irán (y sus títeres Líbano y Siria) y Catar. Ha conseguido soliviantar a todos los países árabes que tradicionalmente les apoyaron. Las veleidades del liderazgo palestino (desde el ya lejano Septiembre Negro con que Jordania les respondió, la dinamitación de Líbano espoleando su guerra, alineándose con Sadam Hussein cuando intentó invadir Kuwait, promoviendo la creación del califato en Egipto bajo la Hermandad Musulmana de Morsi y apoyando en Siria al carnicero Assad, y contribuyendo a las aspiraciones expansivas de los chiitas iraníes), le pasan factura. No hay iniciativa destructiva que no hayan apoyado ni dictador criminal que no hayan aplaudido.

El liderazgo árabe también se ha movido y puede que esté buscando revertir el perverso adoctrinamiento antisemita de sus ciudadanos desde hace décadas con una aproximación pragmática que reconozca a Israel y permita la creación de un contexto regional más realista, próspero y democrático: hasta ahora el plan está apoyado por Emiratos Árabes, Egipto y Arabia Saudí.

La administración americana, que ha movido ficha ante la incapacidad del resto de las partes de hacerlo, por primera vez ha decidido tratar a la parte palestina como adulta: se les propone un estado, algo en lo que muchos, no sólo los israelíes, ya no creen, pero haciendo concesiones realistas y preparándose adecuadamente para él.

La Unión Europea queda expuesta como un elemento propositivamente inútil. Falta por ver si ahora contribuirá a ser un apoyo decisivo para la solución pacífica y viable o se alineará con el eje de Turquía, Irán y otros elementos yihadistas en la destrucción de lo que sería el último tren para que los palestinos puedan administrarse por sí mismos.
Hay que recordar que ante las soluciones ofrecidas por la comunidad internacional la parte árabe siempre optó por la confrontación, la guerra (1948, 1967, 1973) y el rechazo al compromiso y la negociación (“los tres noes de Jartum”, el asesinato de Sadat). Se acostumbraron a hacerlo con impunidad ante la permisividad de la comunidad internacionalLos palestinos también se habituaron a decir que no a ofertas y concesiones israelíes que para los mediadores internacionales parecían resultar irrechazables (Arafat con Clinton y Barak en Camp David en el 2000, Mahmoud Abbas con George W Bush y Olmert en 2008), de nuevo respondiendo con violencia a las propuestas de paz. 

El tiempo de permisividad con sus posturas refractarias y maximalistas mientras establecen su régimen de opulencia y corrupción gracias a los donantes internacionales y rechazan negociación alguna, llegó a su fin.