Crónicas desde Teherán
Nos preguntamos cómo tiene cabida en cualquier medio de comunicación mínimamente profesional el alucinógeno panfleto anti israelí firmado por Lluís Miquel Hurtado publicado ayer en El Mundo, desde Teherán. La presencia de Hurtado en la República Islámica está consentida por los mismos lideres iraníes que amenazan un día sí y otro también con la destrucción de Israel. También nos permitimos recordar al autor que la República Islámica castiga de forma sumaria el consumo de psicotrópicos.
Porque referirse al sionismo arteramente como «corriente nacionalista religiosa que impulsó la fundación de Israel en 1948» sólo puede revelar una experiencia lisérgica del redactor. El sionismo es un movimiento de autodeterminación nacional del pueblo judío que re-estableció su estado en la tierra de Israel y una de sus características originales fue, precisamente, su marcado laicismo. Es difícil encontrar líderes del movimiento sionista del Siglo XIX y hasta 1948 que pudieran ser considerados judíos religiosos. La propaganda de los mullahs debe actuar en el corresponsal como un inhibitor del contacto con la realidad histórica.
Tampoco parece tener Hurtado contacto alguno con la realidad presente. Especialmente nauseabundo es referirse a Israel como «teocracia», siendo un estado democrático, garantista y multicultural. Lo que ya resulta un sarcasmo estupefaciente es que hable de teocracia un individuo que tiene su seguridad física al escribir su crónica dependiente de un régimen medieval gobernado por un ayatollah, que es su líder supremo, con un primer ministro que es un clérigo islamico, donde se aplica la Sharía, las mujeres deben ir cubiertas a riesgo de sufrir a manos de la policia religiosa y los gays son colgados de grúas. Definitivamente, preferimos pensar que el periodista ha escrito esas líneas expuesto a la presencia cercana de algún opiacio de producción local pues sólo de ese modo se entiende tamaño desvarío. Cabe preguntarse si quién aprobó la publicación de esta deposición en El Mundo sufría una abducción equivalente de la realidad o ese diario se ha convertido, directamente, en una cueva de Bora-Bora.
El resto del artículo, plagado de falacias, manipulaciones y clichés propios de un medio estatal del régimen chiita no merece la pena ni comentarlo, después de lo anteriormente expuesto.
Simplemente vergonzoso.