¿Dónde va la ayuda internacional a los palestinos?
Una proporción enorme de la ayuda internacional destinada per cápita a la población palestina, así como los fondos directos para la Autoridad Palestina, financian el terrorismo.
Una de las claves citadas con frecuencia para lograr la paz entre Israel y los palestinos es potenciar el desarrollo económico de éstos últimos. A tal efecto, parece que hay un amplio consenso sobre la importancia de extender la ayuda al desarrollo a los palestinos con el objeto de construir la infraestructura física y social que permita una sociedad sostenible y próspera. Sin embargo, pocos han cuestionado seriamente la cantidad de dinero que se destina a tal efecto. Y en que se invierte realmente.
Dicha asistencia económica sólo promoverá la paz si es empleada para fomentar la tolerancia y la convivencia. Si se utiliza para fortalecer la intransigencia hacia Israel, cuanta más ayuda se otorgue, peor será el resultado. Esto es exactamente lo que viene ocurriendo en las últimas décadas. Grandes sumas de ayuda extranjera (obtenida vía impuestos) a los palestinos son empleadas para apoyar a los terroristas y profundizar la hostilidad.
Durante años, todas las figuras de más alto rango en la Autoridad Palestina han apoyado, consentido y glorificado el terrorismo. «Cada gota de sangre derramada en Jerusalén», dijo el presidente Mahmoud Abbas el pasado septiembre en la televisión palestina, «es sangre santa si se derrama por Allah». La Autoridad Palestina y su televisión pública han aclamado repetidamente el asesinato de Judíos.
El apoyo al terrorismo no termina con el discurso del odio. El régimen palestino de Ramallah paga un salario mensual de entre 400 y 3.500 dólares a los terroristas y sus familias, casi cinco veces el salario mensual promedio de un trabajador palestino.
Según los datos de las propias memorias económicas de la Autoridad Palestina, el presupuesto anual destinado a apoyar el terrorismo era entonces de 75 millones de dólares. Eso supone aproximadamente el 16% de las donaciones extranjeras que la AP recibe anualmente. En 2012 la suma global del presupuesto de la Autoridad Palestina estaba alrededor de 3.100 millones de dólares. Las cifras más recientes son inaccesibles, dada la creciente falta de transparencia impuesta por la Autoridad Palestina.
Abrumados por las revelaciones públicas del mal uso de la ayuda externa, en agosto de 2014 la Autoridad Palestina transfirió el pago de salarios a los terroristas y sus familias a un fondo administrado por la Organización de Liberación de Palestina, también dirigido por el Sr. Abbas. Para que no haya dudas en cuanto a la naturaleza puramente estética del cambio, el Primer Ministro palestino Rami Hamdallah garantizó en septiembre de 2015 que la AP proporcionará la «asistencia necesaria» para asegurar estos sueldos terroristas.
A través de tal ardid la Autoridad palestina calmó aparentemente la conciencia de los gobiernos donantes, garantizando el traspaso de fondos. Es difícil pensar en otro caso en el que se toma una actitud tan indulgente con respecto a la ayuda exterior a una entidad que patrocina el terrorismo.
Esta situación particular es preocupante dada la parte desproporcional de ayuda que los palestinos reciben en comparación con la obtenida por otras poblaciones necesitadas en el mundo. De acuerdo con un informe del año pasado de Global Humanitarian Assistance, en 2013 los palestinos recibieron 793 millones de dólares en ayuda internacional, en segundo lugar solamente tras Siria. Esto equivale a 176 dólares por cada palestino, con mucho, el más alto índice de asistencia per cápita en el mundo. Siria, donde más de 250.000 personas han muerto y hay más de 6,5 millones de refugiados desplazados desde 2011, recibió sólo 106 dólares por habitante.
Un vistazo a los ocho países restantes de los tabla de los diez primeros países receptores de ayuda internacional es aún más alarmante: Sudán, Sudán del Sur, Jordania, Líbano, Somalia, Etiopía, Afganistán y la República Democrática del Congo. Estos países tienen una población combinada de 284 millones y un PIB per cápita de 2.376 dólares por habitante. Sin embargo, ellos recibieron un promedio de 15,30 dólares per cápita en asistencia para el desarrollo en 2013. Los palestinos, por comparación, con una población de 4,5 millones, tienen un PIB per cápita de 4.900 dólares.
En otras palabras, aunque los palestinos son más del doble de ricos que el promedio de estos ocho países, reciben más de 11 veces la cantidad de la ayuda exterior por persona. La República Democrática del Congo es un ejemplo de ello: 79 millones de personas con un PIB per cápita de 700 dólares. Sin embargo, sólo recibirá 5,70 dólares por persona en concepto de ayuda.
Entre 1993 (cuando se inició el proceso de Oslo) y 2013, los palestinos recibieron 21.700 millones de dólares en asistencia para el desarrollo, según el Banco Mundial. La dirección palestina ha tenido amplia oportunidad de utilizar estos fondos para el desarrollo económico y social. Trágicamente, como se ve en Gaza gobernada por Hamas, se prioriza el uso de los fondos en infraestructura y armamento terrorista, tales como túneles para ataque transfronterizo y los miles de misiles que han llovido en los últimos años sobre Israel.
En Judea y Samaria, el «West Bank», la situación es igualmente preocupante. Además de la financiación de los terroristas y el discurso del odio, la AP se niega obstinadamente a eliminar cientos de miles de palestinos de las listas de «refugiados», manteniendo deliberadamente un estado de dependencia y subdesarrollo sin ningún otro propósito que no sea avivar la beligerancia hacia Israel.
Es difícil olvidar estos hechos sin darse cuenta de la profunda conexión entre las enormes cantidades de ayuda externa destinada a la AP y una extraña tolerancia de la comunidad internacional hacia un comportamiento inaceptable de los palestinos, que no progresan hacia la Paz.
Los donantes de los palestinos que apoyan la paz harían bien en reconsiderar la forma en que presten su asistencia. El dinero debe ir a la potenciación económica y ciudadana, no perpetuar una falsa sensación de victimismo y derechos incondicionales. Se deben fomentar valores de la tolerancia y la no violencia, no la exaltación y financiación del terrorismo.
Tzipi Hotovely es Vice-Ministra de Exteriores de Israel.
Artículo original publicado en The Wall Street Journal
Nota: La realidad es todavía peor: como muestra, la cifra de 793 millones de dólares de ayuda humanitaria en 2013, no recoge otros 1.700 millones de dólares de ayuda al desarrollo para ese mismo año, según la misma fuente que invoca el artículo (Global Humanitarian Assistance), además de donaciones no reflejadas en el informe.
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