El rol de España en Líbano
La luctuosa noticia de la muerte del militar español Francisco Javier Soria, acaecida durante un fuego cruzado entre tropas del Estado de Israel y terroristas de la banda Hezbolá, debe hacer recordar a la sociedad española el papel que realmente desempeñan nuestros compatriotas en esta misión militar. Nos unimos a las condolencias para con la familia del fallecido, y al mismo tiempo, pretendemos arrojar luz sobre un escenario en el que prima la opacidad y juicios de valor exentos de veracidad.
Hace ya cuatro años denunciamos la nula viabilidad de una participación militar española en Líbano, amén de la patente mentira en la que se sustentaba dicha intervención. Enmarcando la expedición como “ayuda humanitaria”, realmente se ha procedido a un despliegue de tropas bajo la divisa española para ser utilizadas flagrantemente como escudo y rehén de los terroristas Chiítas patrocinados por Irán. La principal consecuencia es que se ha estafado al contribuyente español, haciéndole ver que su dinero va destinado a combatir el terrorismo internacional yihadista, cuando realmente se ha sido inoperativo en tal sentido. La primigenia labor que se encomendó a la misión, la eliminación de un vasto depósito militar en manos de los terroristas de Hezbolá, no ha sido abordada en ningún momento. Decenas de miles de cohetes han sido acumulados en este largo periodo en los arsenales de Hezbolá con el objetivo de ser lanzados devastadoramente sobre las ciudades de Israel en una próxima guerra, anhelada y buscada incesantemente por los terroristas.
El destacamento español ha de confiar su propia seguridad física a la no injerencia en las actividades del auto-denominado “Partido de Dios”, desde cuyo territorio libanés se hostiga con regularidad a Israel. No sólo eso, sino que es patente la participación nada encubierta de la organización terrorista en la guerra civil siria, asistiendo las tropas de Cascos Azules impertérritas ante tal despropósito ejecutado por unos declarados enemigos de Occidente.
Es por tanto dramática la situación que viven nuestros militares. El cometido encomendado por Naciones Unidas quedó en agua de borrajas con el letal aviso que los terroristas de Hezbolá dieron a los españoles y sus aliados el 24 de junio de 2007, con la explosión de una bomba al paso de un vehículo blindado en Sahel Al Derdara, con el resultado de varios heridos y seis muertos. Ese ataque terrorista fue el más nítido mensaje enviado por Hezbolá al destacamento de desarme. Desde entonces, la Ley de los terroristas se ha impuesto, y cabe preguntarnos qué papel desempeña entonces nuestro país en la zona; si no es el desarme, ¿cuál es?
Sostenemos que la ciudadanía española debe conocer en profundidad, sin velos demagogos, el objeto que se le encomienda a nuestro ejército enrolado en operaciones extramuros. Y sobre todo, conocer la distancia entre los objetivos públicos, cacareados de forma grotesca, y la realidad sobre el terreno, en el que nuestros militares se mueven peligrosamente, sin capacidad de acción, bajo las componendas y malas artes de unos terroristas que hoy desean la desaparición del legítimo estado de Israel, y siempre, la de toda sociedad democrática, progresista y liberal.
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