Entrevista a Raquel Vázquez
Raquel Vázquez, estudiante española de 24 años, es Lectora corresponsal del diario La Vanguardia. Decidió mudarse a Israel hace ya 8 meses, y nos concede una entrevista en donde muestra su visión sobre su nueva vida en el Estado judío, y sus impresiones sobre el Israel que no suelen mostrar los medios.
¿Cómo y por qué decidiste mudarte a Israel?
Tengo 24 años. Nací y crecí en Vitoria, con diecisiete años me mudé a Madrid para estudiar Derecho y Administración de Empresas en la Universidad Carlos III de Madrid. He estudiado también en París y en Singapur, donde precisamente mi compañero de piso era israelí. De hecho fui yo la que lié un poco a mi otra compañera de piso y la convencí para que él se mudara con nosotros. Israel siempre me había interesado y en febrero vine una semana de visita, la vida de Tel Aviv me fascinó. Me busqué unas prácticas y en septiembre estaba de vuelta en Tel Aviv, con la idea de pasar dos meses en Israel. Ahora llevo ya casi ocho meses…
¿Cuánto tiempo llevas viviendo en Israel?
Hice prácticas en Tel Aviv durante tres meses, hasta diciembre, y luego me salió la oportunidad de colaborar con Bruce Maddy Weitzman y Ofra Bengio, profesores de Tel Aviv University y miembros del Moshe Dayan Center for Middle Eastern and African Studies. Ambos son reconocidos expertos en Oriente Medio y la Universidad de Tel Aviv, aunque desconocida fuera del mundo académico, está considerada como una de las mejores del mundo en ciertas áreas de investigación, al nivel de Harvard y MIT e incluso por encima Oxford y Cambridge. Poder ser parte de un equipo de ese nivel era una oportunidad inmejorable. Aparte de eso, me dedico a batallar con el hebreo, con bastante poco éxito.
¿Qué opinión tenías de Israel antes de conocerlo?
Sinceramente, no tenía una opinión completamente formada aunque desconfiaba del tratamiento que se le daba en los medios españoles. Los argumentos que en España se daban en su contra me sonaban fáciles, desinformados y de planfetillo político. Además viviendo y viajando por el Sudeste Asiático había conocido israelíes y judíos asentados en Israel, y ninguno me pareció tan amoral ni racista como se decía que eran, de hecho me parecían gente muy viajada, con ideas claras y muy dispuesta a hacer amigos. Un país está hecho de la gente que vive en él, y en aquel momento, los israelíes y los judíos que iba conociendo no dejaban de sorprenderme para bien.
(Raquel ya escribió sobre el tema en La Vanguardia)
¿Y ahora?
Mi opinión sobre Israel cambia y evoluciona cada día…a mejor. Israel es un país tremendamente complicado y opinar desde el exterior, sin haber vivido la realidad palestina y la israelí, sólo da lugar a malentendidos que fomentan el alejamiento entre Israel y Palestina y facilitan la mutua incomprensión internacional. Este conflicto se ha entendido muy mal, desde sus bases. Incluso el concepto de sionismo se ha corrompido. Aparte de eso, Israel como país, es admirable. Envidio su sentimiento de unidad, las ganas de vivir de los israelíes, su valentía para probar nuevas ideas y sobre todo para seguir intentándolo de nuevo si las cosas no salen a la primera. Es un país en constante aprendizaje.
(Raquel también trató este tema en La Vanguardia)
¿Qué crees que es lo que empaña la imagen de Israel en España?
La desinformación interesada. Incluso el Diario Haaretz, de izquierdas y muy crítico con Israel, ofrece una imagen más fidedigna que cualquier medio español. Pero claro, es muy fácil leer sólo títulares en español y no cotejar con la prensa extranjera…Israel es un país honesto, por eso cae tan mal. Lo demostraron los papeles de wikileaks, que no revelaron nada que no supiéramos.
¿Tu familia, amigos… que opinan respecto a tu nuevo plan de vida?
La inquietud intelectual viene de familia y además somos todos muy viajeros. Mi padre apoyaría cualquier decisión que yo considere que racionalmente me va a ayudar en mi carrera laboral. Israel no fue recibido con gran entusiasmo, pero tal vez tuvo más que ver con que acababa de volver de pasar casi dos meses en Bangladesh que con el destino en sí. Algunos de mis amigos cercanos han sido más difíciles por la imagen que tienen de Israel, aunque tal vez algún día a base de insistir consiga que vengan de visita y entonces es muy probable que cambien de opinión.
¿Ves muchas cosas en común con España?
Nunca me había parado a pensarlo, no tiendo a comparar porque eso te cierra bastante la mente. El carácter israelí es distinto al español, pero ambos se complementan muy bien.
Al no ser judía… ¿te sientes integrada en Israel?
Es una pregunta complicada y con matices. Evidentemente, me siento muy integrada, ya que llevo más tiempo del que tenía pensado inicialmente y ahora me marcho únicamente porque me ha salido una buena oportunidad fuera de Israel (me marcho de Israel porque me voy seis meses a trabajar a Camboya, en la Corte de Justicia creada por Naciones Unidas y el gobierno camboyano para enjuiciar los crímenes de la dictadura de los Khmeres Rojos) pero me gustaría volver en cuanto me sea posible. Cuando llegué conocía sólo a dos personas e hice el esfuerzo por integrarme, pero créeme, que sin el esfuerzo de los demás no hubiera sido posible que yo me sienta realmente feliz en Israel. Mis amigos me han explicado con paciencia infinita las tradiciones del judaísmo y se han preocupado de que yo no pase un shabbath sola. Es un país hecho de inmigrantes, así que conflicto al margen, todo el mundo es bienvenido y gratamente acogido, porque aquí todos hemos estado solos en cierto momento. Por otra parte, a largo plazo, no sé si podría integrarme por completo. No es tanto una cuestión religiosa sino digamos que… algo más filosófica y enraizada en las bases que sustentan la singularidad de Israel. Por ejemplo, no creo que pudiera sentirme parte del país sin hacer la Tzavá (*el Servicio Militar), y para mi es imposible entrar en el ejército.
¿Qué te movió a escribir el artículo sobre la celebración de Yom HaShoá en La Vanguardia?
Escribo para La Vanguardia siempre que creo que hay alguna noticia o acontecimiento que necesita de un enfoque diferente al que se le va a dar en un medio español. Dicho esto, la II Guerra Mundial y el Holocausto me marcaron incluso antes de mi adolescencia, necesitaba entender cómo era posible llegar a tales niveles de crueldad. Al final todo toma sentido y aunque ya no necesito comprenderlo, he decidido encaminar mi vida a prevenir que situaciones así vuelvan a suceder. Leo sobre tantas cosas horribles que somos capaces de hacernos los unos a los otros que escribir es mi forma de reflexionar sobre ello.
Un deseo para el futuro de Oriente Medio
Esta es fácil. No perder la esperanza de una paz futura. Las revoluciones árabes y la muerte de Osama Bin Laden han propiciado un momento de cambio y revisionismo en las relaciones con el mundo árabe que tenía que llegar. La política exterior israelí se va a enfrentar a corto y medio plazo con lo que probablemente sea uno de los mayores retos desde la creación del Estado de Israel. Ojalá Israel sea capaz de jugar bien sus cartas, aunque no son santo de mi devoción Netanyahu y Lieberman para ello, tal vez con unas lecciones de poker…