Israel y la situación de los cristianos en Oriente Medio
A continuación, traducimos el artículo de Michael Oren, Embajador de Israel en EE UU, sobre Israel y la situación de los cristianos en Oriente Medio, publicado el 9 de marzo en The Wall Street Journal.
Israel y la situación de los cristianos en Oriente Medio
La iglesia de Belén ha sobrevivido más de 1000 años, a las guerras y a las conquistas; pero su futuro parece ahora amenazado. Por sobre sus antiguas paredes de piedra, grafitis con caracteres árabes de Hamas. Era el año 1994 y la ciudad estaba a punto de pasar de control israelí a control palestino. Yo me reunía con el clero de la iglesia como asesor del gobierno de Israel en asuntos inter-religiosos. Ellos estaban desanimados pero demasiado asustados para presentar una queja. Los mismos matones de Hamas que habían profanado su santuario estaban en disposición de tomar sus vidas.
El trauma de esos curas es hoy un lugar común entre los cristianos de Oriente Medio. Su aportación a la población de la región cayó de un 20% en el pasado siglo, a un 5% en la actualidad, que continúa disminuyendo. En Egipto, 200 mil coptos huyeron de sus hogares el último año luego de las palizas y masacres llevadas a cabo por turbas de musulmanes extremistas. Desde 2003. 70 iglesias iraquíes han sido incendiadas y cerca de 1000 cristianos asesinados sólo en Bagdad, provocando que más de la mitad del millón de miembros de esta comunidad huyera. La conversión al cristianismo es una ofensa capital e Irán, donde el pasado mes el pastor Yousef Nadrkhani fue sentenciado a muerte. Arabia Saudita prohíbe la oración cristiana privada.
Así como 800 mil judíos fueron una vez expulsados de los países árabes, también los cristianos están siendo forzados a abandonar las tierras que han habitado durante siglos.

Michael Oren
El único lugar en Oriente Medio donde los cristianos no están amenazas sino que prosperan, es en Israel. Desde la fundación de Israel en 1948, sus comunidades cristianas (incluyendo las ortodoxas rusa y griega, católicos, armenios y protestantes) se han expandido en más de un 1000%.
Los cristianos son miembros destacados en todos los aspectos de la vida israelí, sirviendo en la Knesset (Parlamento), en el Ministerio de Exteriores y en la Corte Suprema. Están exentos del servicio militar, pero miles se han presentado voluntariamente y han jurado sobre el Nuevo Testamento impreso en hebreo. Los cristianos árabe israelíes son, en promedio, más prósperos y mejor preparados que los judíos israelíes, incluso puntuando más alto en los exámenes de acceso a la Universidad. Esto no significa que ocasionalmente los cristianos israelíes no se tropiecen con muestras de intolerancia. Pero en contraste con otras partes en Oriente Medio, donde el odio a los cristianos es ignorado o animado, Israel permanece comprometido con la promesa de la Declaración de la Independencia de “asegurar la completa igualdad de todos sus ciudadanos con independencia de la religión”. [Israel] garantiza el libre acceso a todos los lugares sagrados cristianos, que están bajo la tutela exclusiva del clero cristiano. Cuando los musulmanes intentaron erigir una mezquita cerca de la Basílica de la Anunciación en Nazaret, el gobierno israelí intercedió para preservar la santidad del lugar.
Abundan lugares como este en Israel (Capernaum, la Colina de las Beatitudes, el lugar de nacimiento de San Juan el Bautista), pero el Estado sólo constituye una parte de Tierra Santa. El resto, de acuerdo a la tradición judía y cristiana, está en Gaza y en Cisjordania. Los cristianos en esas áreas padecen la misma situación que sus correligionarios a lo largo de la región.
Desde que Hamas tomó [el poder] de Gaza en 2007, la mitad de la comunidad cristiana huyó. Las decoraciones cristianas y la exhibición pública de crucifijos están prohibidas. En una emisión de diciembre de 2010, los oficiales de Hamas exhortaron a los musulmanes a masacrar a sus vecinos cristianos. Rami Ayad, dueño de la única librería cristiana de Gaza, fue asesinado, su negocio fue reducido a cenizas. Este es el mismo Hamas con el cual la Autoridad Palestina de Cisjordania recientemente firmó un pacto de unidad.
No es de extrañar, entonces, que también haya una transfusión de cristianos desde Cisjordania. Una vez representaron el 15% de la población, ahora suman menos del 2%. Algunos han atribuido su huida a las políticas israelíes que supuestamente niegan oportunidades económicas a los cristianos, al engaño del crecimiento demográfico y al impedimento del acceso a los lugares sagrados en Jerusalén. De hecho, la mayoría de los cristianos de Cisjordania viven en ciudades como Nablus, Jericó y Ramallah, que están bajo el control de la Autoridad Palestina. Todas esas ciudades han experimentado un marcado crecimiento económico y un fuerte aumento de su población – entre los musulmanes.
A pesar de su necesidad de salvaguardar sus fronteras de los terroristas, Israel permite, para las fiestas, el acceso a las iglesias de Jerusalén a los cristianos tanto de Gaza como de Cisjordania. En Jerusalén, el número de árabes –entre ellos cristianos – se ha triplicado desde la reunificación de la ciudad por Israel en 1967.
Tiene que haber otra razón, por tanto, para el éxodo de los cristianos de Cisjordania. La respuesta se encuentra en Belén. Bajo los auspicios israelíes, la población cristiana de la ciudad creció un 57%. Pero, desde 1995, bajo la Autoridad Palestina, esos números se desplomaron. Hombres palestinos armados se apoderaron de los hogares cristianos – obligando a Israel a construir una barrera protectora entre ellos y los barrios judíos – y luego ocuparon la Iglesia de la Natividad, saqueándola y utilizándola como una letrina. Hoy, los cristianos comprenden una mera quinta parte de la población de esa ciudad santa.
La extinción de las comunidades cristianas de Oriente Medio es una injusticia de magnitud histórica. A pesar de todo, Israel ofrece un ejemplo de cómo esta tendencia no sólo puede prevenirse sino revertirse. Con el respeto y el aprecio que reciben en el Estado Judío, los cristianos de los países musulmanes pueden no sólo sobrevivir sino florecer.